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Recuperar Tus Fuerzas En Dios

  • Maqui de Debroy
  • 30 jul 2015
  • 2 Min. de lectura

"No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa". (Isaías 41:10 NTV) En la vida cotidiana de toda mujer, tenemos muchos momentos de angustia, de miedo. Muchas noches el insomnio toca a nuestra puerta con preocupaciones como las cuentas por pagar, angustiosas enfermedades, discusiones con el esposo, hijos rebeldes, miedos por los retos nuevos... La lista podría continuar. Para nosotras es difícil entender que habrá muchas situaciones que no podremos enfrentar solas o casadas. Hay profundos momentos de soledad donde el mundo entero se deposita en nuestro pecho y espalda.

En ese momento, la angustia es tan grande que hace un nudo en la garganta y justo allí, es cuando nuestra mente debe ordenarle a nuestro corazón que broten de nuestra boca palabras que repitan este bello y alentador versículo que promete nuestro gran Dios: "No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa". (Isaías 41:10 NTV) Debemos recordarnos que no estamos solas. No tenemos que enfrentar estas situaciones en nuestro propio y débil poder humano, sino que nos protegerá en las dificultades, nos ayudará y nos sostendrá con su mano de victoria.

Deseo que este siguiente poema se convierta en una dulce oración que puedas entonar, aunque sea con voz temblorosa y enjuagada de lágrimas en tu peor momento, pero con la fe que será escuchada por un Dios que siempre trabaja detrás de tus circunstancias, detrás del telón de tu vida.

Cuando ruge la tormenta Y nuestra fuerza carcomida no resiste la prueba que enfrenta; cuando el viento brama y nuestro espíritu desalienta, sostennos, ¡oh Dios!, con la diestra de tu justicia. Cuando el ser querido es quitado, las penas se multiplican, y el corazón es quebrantado; Cuando somos abatidos y de nuestra esperanza alejados, sostennos, ¡oh Dios!, con la diestra de tu justicia. Cuando el trueno suena, el torrente se derrama Y arrastra cuando queda, cuando agotada la fuerza, sostennos, ¡oh Dios!, con la diestra de tu justicia.

Cuando el alma débil y caída necesita ser levantada, restaurada y fortalecida; cuando el cielo anhelado viajamos noche y día, sostennos, ¡oh Dios!, con la diestra de tu justicia. Edith L. Mapes


 
 
 

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