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Día 6: 
Semillas De Justicia Al Azar

  • Maqui de Debroy
  • 22 ago 2015
  • 2 Min. de lectura

"Planten buenas semillas de justicia, y levantarán una cosecha de amor. Aren la dura tierra de sus corazones, porque ahora es tiempo de buscar al Señor para que él venga y haga llover justicia sobre ustedes”. (Oseas 10:12 NTV) Cada mes debo ir al Hospital San Juan de Dios para recibir mi tratamiento de leucemia. Esa vez parecía un martes más pero Dios me tenía preparado algo diferente. Cuando estaba en la cola de la farmacia para recibir mi quimioterapia (completamente gratis porque el tratamiento vale aproximadamente US$5 mil), una mujer humilde con su pequeña hija con un gorrito que escondía su cabecita calva, hacía cola detrás de mi. La señora se veía preocupada, abrumada, le dije que pasara adelante porque yo debía llenar una papelería para recibir mi tratamiento. Pidió un medicamento para su hija, preguntó varias veces el precio, como lo hacemos muchas de nosotras, cuando es algo que nos cuesta pagar. Reconocí esa sensación y sentí en mi corazón la urgencia de ofrecer mi ayuda. Le pregunté: "Me permite pagar su medicamento?" Nunca olvidaré su mirada, entre asombrada y confundida. Entonces le repetí la pregunta y solo alcanzó a decir con la voz entrecortada un imperceptible sí. Le entregué el dinero a la cajera, para mi sorpresa eran los últimos Q50 que tenía en la billetera, pero realmente no me importó. Cuando me voltee para entregarle el medicamento, ella lloraba desconsolada. Me quedé sin palabras e instintivamente la abracé, y de mi boca sin control salieron palabras, tal vez alimentadas por mi propio sentimiento de gratitud: "Dios jamás nos deja, nunca estamos solas, es fiel y siempre provee, tenga fe y nada le faltará, nunca". La pequeña niña no sabía que pasaba, empero, sabía que era algo bueno, abrazó mis piernas y eso ablandó la dureza de mi corazón. Me arrancó varias lágrimas y me costó despedirme de ellas, pues sabía que jamás las volvería a ver.

El versículo del inicio ilustra ese día a la perfección. Cada mes obtengo ese medicamento que me mantiene viva. Ha sido una lluvia de justicia, porque jamás podría pagarlo por mis medios. Sin embargo, muchas veces, Dios me da oportunidades de sembrar en la vida de "personas invisibles", de esas que no volveré a ver. Nuestro corazón endurecido tal vez por el egoísmo, la maldad o el engaño no nos permiten ver estas pequeñas oportunidades.

El Espíritu de Dios muchas veces pone en nuestro corazón la urgencia de ayudar desinteresadamente, un extraño e inusual sentimiento que no es controlado por nuestra mente, al que le hacemos caso y lo hacemos sin pensar. Te llena de paz.

Te da un "un free pass" a esta eterna promesa de Dios. "Haré llover justicia sobre ti". Es tu decisión si la próxima vez, escucharás ese susurro, o si escucharás el ruido de tu mente, si dejarás que la cantidad que tienes en la billetera o el tiempo de tu reloj, decida sembrar o no, semillas de justicia en la vida de extraños, aparentemente al azar.

Solo tus acciones te permitirán levantar una "cosecha de amor" en tu vida.


 
 
 

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