Preparada para orar por la relación de tus hijos y sus maestros
- Adaptado de Jodie Berndt
- 24 sept 2015
- 2 Min. de lectura

Nuestros hijos no son los únicos en necesidad de un espíritu dispuesto a prender. Como padres, debemos adoptar una actitud de gratitud y respeto, en particular cuando nos acercamos a los maestros, tutores o directores de la escuela de nuestros hijos.
Si tus hijos (o tú) se hallan en una situación difícil con un maestro o un entrenador, no critique al maestro, en especial enfren de tus hijos. En su lugar, haz de la oración tu prioridad. Orar por los maestros de tus hijos puede suavizar tu corazón para que ellos y hacer que los veas como Dios los ve: como sus hijos preciados, sin importar en cuál tramo del camino del camino de la fe se encuentren. Invita a tus hijos a unirse a la tarea, y no te desanimes si no observas cambios inmediatos. Enfócate en versículos como 1 Corintios 15:58, el cual nos recuerda permanecer firmes y "progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor (e decir tus oraciones) no es vano.
Luego, revisa tus actitudes. Elimina la actitud de estar a la defensiva, la amargura, la santurronería y la ira. Reemplázalas con humildad. gentileza, gratitud y amor. Pídele a Dios que les otogue a ti y a tus hijos un espíritu dispuesto aprender, y, de manera diligente, sigue el consejo de Pablo en Colosenses 4:6 (RVR1960): "Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno".

Por último, recuerda que eres parte del cuadro completo. Cuando tu hijo se gradúe de la escuela, con toda probabillidad, Dios traerá una familia cristiana nueva a tomar tu lugar. No digas o hagas algo que ponga en peligro el testimonio de esa familia; quizás a ti no te toque vivir las consecuencias de tus acciones, pero a ellos sí. Más bien, considera a tu familia como corredores en una competencia de relevos que reciban el bastón de aquellos que han corrido antes que ustedes y lo pasan a quienes vienen atrás.
Jesús dijo que "la cosecha es abundante, pero son pocos los obreros". Desde la perspectiva del reino, la manera como ministramos a los maestros es tan importante como la forma como ellos nos impactan. Aprendamos a ver a nuestros maestros y nuestras escuelas como campos de cosecha, y agradezcámosle a Dios por concedernos, y a todos quienes vienen detrás de nosotros, el privilegio de trabajar con él para levantar la cosecha.
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