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El poder de escuchar

  • Stormie Omartian
  • 27 sept 2015
  • 2 Min. de lectura

Lea y reflexione sobre Génesis 6:9-22

"Noé era un hombre justo y honrado entre su gente. Siempre anduvo fielmente con Dios.” Génesis 6:9-22

Noé escuchaba bien cuando Dios le hablaba, prestaba atención. Génesis nos dice que Noé “caminaba con Dios”. ¡Qué hermosa forma de decir que Noé cada día consciente de la presencia de Dios! Además, Noé también obedecía. Lo que Dios le decía, lo hacía.

Noé obedeció inclusive cuando Dios le pidió que hiciera algo extravagante: “Constrúyete un arca…” (Génesis 6:14). Y Noé lo hizo. ¡Construyó una monstruosidad en tierra seca, a millas de distancia del cuerpo de agua más cercano! ¡Cuántos insultos, bromas y preguntas sarcásticas tuvo que sufrir! Aún así, él continuó en su tarea, obedeciendo las instrucciones de Dios. En hebreos 11:7 encontramos a Noé entre los héroes de la fe. El cuadro que construimos al escuchar la frase “caminaba con Dios” nos revela a una persona que dependía de la fidelidad de Dios a través de las décadas, a través de los tiempos de duda, contra la corrupción que le rodeaba.

Con la excepción de su familia, Noé se mantuvo del lado de Dios dentro de su cultura. La memoria de Dios en el mundo se había reducido a un sólo hombre y su familia. Muchos siglos después, Jesús describió a la gente del tiempo de Noé “porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día que entró Noé en el arca, y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venid del Hijo del hombre” (Mateo 24:38-39). en los días de Noé, como en nuestros días, el ruido de nuestras ocupaciones puede ahogar la voz de Dios. ¡Ni se imaginaban que otro tipo de inundación pronto les cubriría! Jesús advirtió sobre tiempos cuando la gente vivirá ignorando el peligro de vivir sin detenerse a escuchar a Dios.

La oración es algo más que hablar con Dios. Aunque eso es importante, muchas de nosotras le damos a Dios nuestra lista de peticiones y nos movemos a nuestra próxima tarea. ¿Cómo sería nuestra vida si tomáramos tiempo no solamente para hablar con Dios, sino para escucharle de igual manera? ¿Qué tal si decidiéramos obedecer lo que Él nos manda a hacer, sin importar cuánto nuestra sociedad puede mofarse de nosotros?¿Quiere hablar con Dios? Entonces, en su tiempo de oración, escuche su voz con atención. Puede que le escuche guiándole a una nueva dirección, un nuevo propósito y con un renovado vigor como nunca antes.

 
 
 

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