La conexión de Dios con nosotros
- Stormie Omartian
- 27 sept 2015
- 2 Min. de lectura
Lea y reflexione en Génesis 1:26-27
Génesis 2:7 (RVR1960)
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Dios creó el universo con una palabra. Él ordenó y existieron las estrellas y los planetas. Él formó el mundo con órdenes sencillas. Dios comenzó el proceso de la creación sin que nada existiera antes. Comenzó con nada. Con la presencia del Espíritu Santo y la entrada de Su Palabra, la creación se llevó a cabo. Del caos y la oscuridad, trajo orden, luz, vida y belleza. Dijo "Sea hecho..." y fue.

Entonces se involucró personalmente haciendo a los humanos. En otros lugares de las Escrituras se describe a Dios como "el alfarero" y a los seres humanos como "el barro" (Isaías 64:8). Esto nos hace imaginar a nuestro Padre Celestial inclinando sobre la rueda del alfarero, formando figuras de barro con el modelo que Él tiene en su mente. El toque final es soplar en esa figura su aliento de vida. Dios se involucró personalmente desde el mismo principio.
Pero no paró ahí. La acción de Dios de darnos ese aliento también nos dio la capacidad de hablar. La acción de respirar que nos mantiene vivos es la misma acción que nosotros usamos para comunicarnos. Aspiramos para hablar (y con algunos idiomas también hay que respirar para hablar). Somos portadores de la imagen de Dios (Génesis 1:26-27). respiramos y hablamos porque Su aliento nos fue dado. Debemos sobrecogernos con el privilegio que tenemos de usar el aliento de vida para hablar con nuestro Creador.
Fuimos hechos para mantener comunicación con nuestro Creador. Aun cuando no lo hagamos muy bien al principio, Él quiere escucharnos. Así como nos emocionamos cuando nuestros bebés hacen su primer balbuceo, de la misma manera nuestro Padre Celestial se emociona cuando escucha el sonido de uno de sus hijos o hijas emitiendo palabras dirigidas a Sus oídos.

Debe hablar con su Padre a menudo. Si las palabras no le vienen a la mente enseguida, comience diciendo "Gracias". Al decir esta palabra lentamente, comience a añadir "por..." hasta que diferentes maneras de terminar la oración comiencen a fluir. Una vez que haga esto por un tiempo, se dará cuenta de que puede usar su inspiración (respiración hacia adentro) como un tiempo para pensar en las próximas palabras, y su expiración (respiración hacia afuera) para expresar su gratitud. Desde el primer aliento de la primera persona usted y yo hemos sido hechos para esto. "Su alento de vida" es la conexión de Dios con nosotros y oración es nuestra conexión con Él.
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