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El poder de las promesas de Dios

  • Stormie Omartian
  • 6 oct 2015
  • 2 Min. de lectura

Lea y reflexiones en Génesis 9:8-17

“Cada vez que aparezca el arco iris entre las nubes, yo lo veré y me acordaré del pacto que establecí para siempre con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra” (Génesis 9:16)

Cuando las nubes se alejan después de una tormenta, revelando el magnífico arco de colores, ¿cuántas veces se ha detenido a mirar, e inclusive invitado a otras personas a unírsele? “¡Mira el arco iris!” Los arco iris, que son maravillosas creaciones que desaparecen tan pronto como aparecen, nunca dejan de sorprendernos. Traen regocijo a nuestros corazones cuando nos sorprenden al dividir las nubes con su luminiscencia.

El arco de colores nos conecta directamente con nuestro antecesor Noé, al momento después de la inundación cuando Dios hizo una promesa, un pacto, de que no volvería a destruir la tierra con una inundación. Muchos estudiosos creen que la gente del tiempo de Noé ni siquiera habían visto lluvia nunca antes, que la tierra recibía agua de manantiales muy profundos en el terreno. La inundación ocurrió cuando “se reventaron las fuentes del mar profundo y se abrieron las compuertas del cielo” (Génesis 7:11). Lluvia cayó del cielo, y continuó cayendo por el resto de las edades. Pero Noé no tenía que sentir temor la próxima vez que se juntaran las nubes de agua porque Dios había hecho una promesa. La lluvia amainaría y el arco iris aparecería. Esa señal visual sería un constante recordatorio de que Dios siempre cumple Sus promesas.

¿Qué tiene esto que ver con la oración? ¡Todo! Cuando oramos, reafirmamos nuestra fe en que Dios cumple sus promesas. Lo que decimos en voz alta, o silenciosamente en nuestros corazones, proclama la verdad de las promesas de Dios que hemos leído o escuchado en la Palabra de Dios. ¿Has notado que si se siente mal y continúa repitiendo pensamientos negativos estos se harán más fuertes? Lo mismos sucede al creer las promesas de Dios. Cuando hablamos la verdad sobre Dios y lo que Él ha prometido, rehusando creer las mentiras del enemigo, nuestra creencia en Dios se hace más fuerte que antes. Esto no significa que neguemos tener problemas reales o luchas, pero la manera como las interpretamos puede ser diferente.

Satanás quiere que creamos que Dios nos ha abandonado y que reneguemos de Sus promesas, pero Dios quiere que sepamos que sus promesas siempre son ciertas, a pesar de lo que podamos ver desde nuestra perspectiva humana limitada. Al afirmar nuestra confianza en Sus promesas en oración nos colocamos en una posición de ver mucho más desde la perspectiva de Dios y mucho menos desde la del enemigo.

Así que la próxima vez que se maraville por la aparición de un arco iris en las nubes, susurre una oración de gratitud a Dios porque Él siempre cumple Sus promesas.


 
 
 

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