¿Por qué no preguntar "Por qué"?
- Joyce Meyer
- 21 nov 2015
- 2 Min. de lectura
Proverbios 3:5-6
Confia en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.
Proverbios 3:5, 6 es básicamente un pasaje que nos alienta a tener fe en Dios y no en nuestro propio entendimiento o razonamiento. La gente que debe entenderlo todo pasa malos momentos con la fe, porque el razonamiento no es fe y sin fe es imposible agradar a Dios (Vea Hebreos 11:6)

yo puedo enseñar sobre el razonamiento porque acostumbraba a ser una líder “razonadora” de “Clase A”. Yo era la dama que debía hacer cualquier cosa imaginable. Yo debía tener un plan. Yo debía saber no sólo todo acerca de mis asuntos, sino también todo sobre los asuntos de la otra gente, incluso de Dios. Le preguntaba continuamente: “¿Por qué, Dios, por qué? ¿Cuándo Dios, cuándo?”.
En muchos aspectos, yo tenía que razonarlo todo, como los líderes religiosos del tiempo de Jesús. Leemos acerca de ellos en Marcos 2:6-8: “Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban: “¿por qué habla éste así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” En ese mismo instante, supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando. -¿Por qué razonan así?- les dijo.”
Observe que esos maestros de la ley que “pensaban”, estaban dialogando consigo mismos. ¿Han mantenido usted un diálogo consigo mismo? Para ser realistas, lo probable es que usted hable consigo mismo más de lo que habla con ningún otro. Lo animo a examinar qué es lo que se está diciendo a sí mismo. En Marcos 2, esos maestros de la ley no estaban diciendo esas cosas desagradables en voz alta, sino en su corazón. Se estaban diciendo preguntas sobre Jesús dentro de ellos mismos. Inmediatamente, Él se dio cuenta en su Espíritu de sus discusiones, debates y razonamientos, y les llamó la atención.
Es necesario que nos demos cuenta de que tratar de entender todas las cosas por nosotros mismos es un problema. Es un asunto serio con el que debemos tratar, así como Jesús trató con él en los corazones de quienes lo seguían. Pida a Dios que lo ayude a dejar de razonar y empezar a vivir por fe, dependiendo de Él y confiando en Él y no en su propio entendimiento.
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