top of page

LA IMPORTANCIA DEL PERDON EN NUESTRAS VIDAS

  • Foto del escritor: Macarena Casse de Debroy
    Macarena Casse de Debroy
  • 19 may 2015
  • 5 Min. de lectura

En un descuido, un elefante le pisó una patita a la hormiga con la que conversaba amigablemente.

- !Ay! - gritó la hormiga - !Ten cuidado donde pisas!

- !Oh! Lo siento. Perdóname - dijo el elefante.

- Con disculpas no se arreglan las cosas. Mira mi patita.

- Por favor, discúlpame. Fue sin querer - suplicó el elefante.

- !No! - gritó la hormiga - Eres un grandote torpe y no mereces mi amistad.

El elefante, fastidiado de pedir disculpas, dijo: "Bien, aquí termina nuestra amistad". Aplastó a la hormiga y siguió solo su camino.

Moraleja: Cuando una persona condena a otra y se niega a perdonarla, termina aplastada por el peso de su propio resentimiento.

Captura de pantalla 2015-04-06 a las 19.34.17.png

Las dificultades de vivir en sociedad se encuentran por doquier: conflictos en las parejas, en las familias, entre amantes separados o personas divorciadas, entre jefes y empleados, entre amigos, entre vecinos y entre razas o naciones; y todos tienen algún día necesidad de perdonar para restablecer la paz y seguir viviendo juntos. En la celebración de unas bodas de oro preguntaron a la pareja el secreto de su longevidad conyugal. La esposa respondió: «Después de una pelea, nunca nos hemos ido a dormir sin pedirnos mutuamente perdón».

Para descubrir la plena importancia del perdón en las relaciones humanas, intentemos imaginar cómo sería un mundo sin él. ¿Cuáles serían las graves consecuencias? Estaríamos condenados a elegir una de las cuatro opciones siguientes: perpetuar en nosotros mismos y en los demás el daño sufrido, vivir con el resentimiento, permanecer aferrados al pasado o vengarnos.

Cuando lesionan nuestra integridad física, moral o espi ritual, algo sustancial ocurre en nosotros. Una parte de nuestro ser se ve afectada, lastimada, yo diría que incluso mancillada y violada, como si la maldad del ofensor hu biese alcanzado nuestro yo íntimo. Nos sentimos inclinados a imitar a nuestro ofensor, como si un virus contagioso nos hubiese contaminado. En virtud de un mimetismo mis terioso más o menos consciente, tendemos a nuestra vez a mostrarnos malos, no sólo respecto al ofensor, sino tam bién con nosotros mismos y con los demás. Sólo el perdón puede romper estas reacciones en cadena y detener los gestos repetitivos de venganza para transformarlos en ges tos creadores de vida.

Muchas personas sufren por vivir con un perpetuo resen timiento. Consideremos únicamente el caso de los divor ciados. Los estudios recientes sobre los efectos a largo plazo del divorcio han mostrado que un elevado número de divorciados, especialmente mujeres, sigue alimentando mucho resentimiento hacia su ex-cónyuge incluso después de quince años de separación. Las reacciones emotivas desmesuradas no son más que la reactivación de una herida del pasado mal curada.

Tener rencor hacia alguien que nos hizo daño es como tomar veneno y querer que se muera el otro por una intoxicación. El rencor y el resentimiento son dos sentimientos muy daniños que en vez de llegarle al otro, nos va contaminando nuestro interior, nos vamos llenando de sentimientos negativos no sólo hacia el que nos hirió sino que muchas veces también llegamos a sentirnos "culpables" de haber estados expuestos ante ese que nos causó dolor. El rencor es como si fuera un sentimiento circular: sentimos bronca hacia alguien, y en realidad esa bronca luego rebota hacia nuestros corazones, ya sea bajo la forma de culpa ("yo fui culpable de que me pasara esto"), el resquemor ("a mí no me van a volver a hacer esto nunca más"), el arrepentimiento ("me arrepiento de haberle abierto mi corazón"). Por eso digo que es una trama circular albergar estos sentimientos negativos, porque en última instancia no sólo queremos destruir al otro sino que nos vamos destruyendo poco a poco a nosotros mismos.

De acuerdo con la psicoterapeuta Rosa Argentina Rivas Lacayo, presidenta de la Asociación Latinoamericana de Desarrollo Humano y de la Asociación de Orientación Holística de la República Mexicana y autora del libro Saber crecer: “Sin perdón no podemos crecer ni fortalecernos con la adversidad.No lograremos tampoco ser resilientes. Algunas personas mantienen su dolor al rojo vivo para demostrar al mundo lo mal que han sido tratadas, sin querer darse cuenta de que se dañan ellas mismas al hacerlo. Al mundo no le interesa nuestro pasado, sino lo que somos capaces de hacer y dar ahora. Cuando nos aferramos al dolor añejo, la autocompasión empaña nuestra capacidad de dar a los demás y, al asumir el papel de mártires, nos sentamos a esperar que alguien mágicamente resuelva nuestra vida”.

Para la Dra. Rivas Lacayo, el perdón nos ayuda a reconocer y admitir que somos frágiles y que no necesitamos ocultar la debilidad. Al hacernos conscientes de nuestros límites, evitaremos que la experiencia se repita.

Además de la salud espiritual, existen varias pruebas de que dejar atrás la hostilidad protege la salud física. Y no es una metáfora ni una “manera de decir”. Un estudio denominado “Forgiveness and Physical Health” realizado en la Universidad de Wisconsin indicó que aprender a perdonar puede ayudar a prevenir las enfermedades del corazón en personas de mediana edad. En esa investigación se descubrió que, cuanto mayor era la capacidad de perdonar de las personas, menos problemas de salud coronaria manifestaban a lo largo de su vida. En cambio, cuanto menor era la habi-lidad para disculpar, más frecuentes eran los episodios de trastornos cardiovasculares.

Con respecto a la rememoración de heridas, he aquí otra información importante: una investigación señaló que pensar durante cinco minutos en algo que produce desazón, enojo o disgusto puede disminuir la variabilidad del ritmo cardíaco (VRC), una medida de la salud del sistema nervioso que señala cuán flexible es el estado del sistema cardiovascular. Para afrontar y responder en buenas condiciones el estrés, el corazón necesita flexibilidad. El mismo estudio mostró que esos cinco minutos de pensamiento negativo desaceleran la respuesta del sistema inmunitario o de defensas del organismo.

Los beneficios del perdón no se aplican sólo a los demás sino también a uno mismo, cuando a pesar de nuestros errores y culpas somos capaces de perdonarnos y dejar de sentirnos merecedores de un castigo.

La satisfacción que proporciona la venganza es bre vísima y no es capaz de compensar los daños que habrá ocasionado en la red de relaciones humanas. Además, de sencadena ciclos de violencia difíciles de romper. La obsesión revanchista no contribuye en nada a sanar la herida del ofendido; por el contrario, la agrava. Por otra parte, no hay que pensar que la mera decisión de no vengarse es, de por sí, equivalente al perdón. No obstante, es el primer paso importante y decisivo para emprender el ca mino del mismo.

Nunca hay que olvidar que somos la conjunción de mente y cuerpo, y que lo que afecte a uno afectará al otro.

Por eso te invito a que reflexiones sobre la importancia del perdón.

Por algo será que la Madre Teresa de Calcuta decía: "Si en verdad queremos amar, tenemos que aprender a perdonar". Al igual que el amor, el perdón no es algo que se “entrega” a los demás, sino un regalo vital para nosotros mismos

Captura de pantalla 2015-04-06 a las 19.27.16.png


 
 
 

Comments


Featured Posts
Recent Posts
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic

© 2023 by MATT WHITBY. Proudly created with Wix.com

Suscríbete para Obtener Actualizaciones

¡Felicitaciones! Estás suscrito

bottom of page