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Papá, mamá, ¡Tengo miedo! Ayúdale a superar sus temores

  • Foto del escritor: Macarena Casse de Debroy
    Macarena Casse de Debroy
  • 26 nov 2015
  • 2 Min. de lectura

El miedo se define como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Por tanto, debemos considerarlo como una reacción normal del ser humano.

Hasta cierto punto, es deseable, porque un niño desprovisto de él está más predispuesto a sufrir accidentes. Es, por tanto, un mecanismo natural de defensa. Hay miedos universales presentes en el desarrollo normal de todo niño que, al igual que aparecen, desaparecen espontáneamente a medida que adquiere experiencia. Estos son los más habituales:

  • En los primeros meses de vida, el bebé siente miedo ante los ruidos fuertes e inesperados: alrededor de los seis meses tema los movimientos repentinos y hacia los ocho, a personas y situaciones extrañas. En esta etapa solo la presencia de la madre lo calmará.

  • Hacia los cuatro años surge el miedo a la oscuridad, a estar solo, a seres imaginarios o a elementos de la naturaleza como los truenos.

  • Alrededor de los ocho aparecen los miedos existenciales, como el miedo a la muerte.

MEJOR PREVENIR

Los padres podemos prevenir la aparición de ciertos miedos.

  • Utilizando una educación positiva intentando evitar amenazas y castigos sobre todo el físico.

  • Evitando asustar al niños, aun de broma.

  • Vigilando lo que ve en televisión: no toda la programación infantil es “inocente”

  • Si nuestro hijo llora por la noche, calmándole a oscuras para que no asocie miedo con oscuridad.

  • Enseñándole a solucionar las pequeñas dificultades por sí mismo.

  • No usando el miedo para controlarle (“si no obedeces, viene el coco”)

  • Controlando nuestros propios miedos delante de él.

  • Debemos recordar que los niños necesitan seguridad, protección y tranquilidad. La sobreprotección no es la solución. Porque por sí misma causa inseguridad.

Cuando el miedo dé la cara…

  • Debes respetarlo. ¡Nunca te rías ni ridiculices su temor! Y tampoco lo ignores.

  • No le fuerces a pasar la situación temida de manera brusca. Deja que se acostumbre poco a poco al objeto temido.

  • No le mienta; ayúdale a superarlo con sinceridad. El objetivo no es hacerlo “desaparecer”, sino ayudar a tu hijo a afrontarlo.


 
 
 

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