Chicos estresados: cómo reconocerlos...
- Macarena Casse de Debroy
- 1 sept 2015
- 4 Min. de lectura
Esta generación no soporta el ocio porque lo vive como vacío y casi como depresión. Por eso, se llenan de actividades tanto dentro como fuera de la escuela. Cuáles son los signos de agotamiento. suele escuchar a los padres decir que prefieren que sus chicos hagan muchas cosas porque no les gusta que se queden horas mirando la TV o frente a la computadora. Sus niños amanecen a las 6 de la mañana para asistir a sus escuelas, donde permanecen hasta las 16 ó 17 horas, cuando tienen doble jornada. Pero pareciera que esto no alcanza. Al salir, comienza el “rally”: fútbol, guitarra, maestra particular, ortodoncia y psicopedagoga, entre otras actividades extras.

Estos chicos no paran. Están muy estimulados (hiperestimulados) y son lanzados hacia la acción. Por eso, entre las consultas recibidas, hay cada vez más niños y adolescentes estresados.
Es el signo de los tiempos. Ni bien arranca el año los padres se esmeran en programar para sus hijos un año que sea enriquecedor y, a la vez, funcional a la organización familiar. Y es precisamente ahí, en ese nudo entre deseo y necesidad, donde se arman las agendas full time. Hay una cultura que estimula el estar activo, el tener, el llenarse de actividades. Y quizás a algunos adultos les resulte, pero a los chicos no les hace bien estar sobrecargados. Quienes trabajamos con ellos entendemos que el trabajo y las exigencias dificultan la mayor presencia de los padres en el hogar y no permiten un mayor acompañamiento de los hijos, pero esto no debería anular las necesidades de los chicos. No es fácil criar hijos en las ciudades. Los padres hacen lo que pueden, la idea no es culpabilizarlos. Pero dentro de las agendas completas habría que ordenar prioridades y buscar estrategias para poder responder a las necesidades fundamentales del niño. Es importante propiciar espacios de encuentro con amigos, de juego y esparcimiento, y también que haya, al menos, un almuerzo o cena en familia.
En el marco habitual de corridas y obligaciones múltiples que aceleran y desorientan a las familias de hoy, los pediatras empiezan a ver cosas que los preocupan. Chicos que pasan muchas horas frente a la tele o la computadora sin el acompañamiento de adultos responsables; chicos que quedan solos en casa desde los 8 ó los 9 años; chicos que llegan a la escuela sin el calendario completo de vacunas, sin comer o sin higienizarse; chicos que sólo van a la guardia y no son llevados a los controles de salud periódicos...
Sin señalar culpables ni demonizar las costumbres de hoy, los pediatras recomiendan recuperar y fortalecer la cultura del cuidado y la prevención y correrse de la cultura del exitismo, del vértigo y de la sobrecarga de actividades, una cultura que, en ocasiones, tilda de sobreprotector u obsesivo al padre que cuida. Sería importante que los adultos se contacten más con su lugar de padres. Quedarse charlando con otros papás en la puerta del colegio no es siempre perder el tiempo. El rol materno y el rol paterno son irremplazables.
Todos los expertos coinciden en que los chicos necesitan, para un buen desarrollo, mayor tiempo de ocio, de juego y de reposo que los adultos.
Una agenda escolar repleta puede provocar en los niños ansiedad o estrés infantil ante la imposibilidad de responder "como se debe" a las exigencias cotidianas. En los consultorios vemos chicos muy cansados y con problemas de inquietud o falta de atención. Creo que hoy se los pauta mucho: todos sus tiempos y espacios están planificados y estructurados y no hay espacio para la creatividad. Los chicos crecen a través del juego, es fundamental que su agenda incluya horas para hacerlo.
Recargar la agenda no es lo peor, aclaran los expertos. Si la opción es que el niño pase todo el día haciendo cosas y de acá para allá o se quede en casa solo o frente a la tele toda la tarde, es mejor que esté ocupado. El punto -insisten- es con qué le llenamos el día y por qué. A muchos padres les preocupa o asusta tener los chicos en casa, piensan que si no tienen su tiempo ocupado se van a aburrir. Deberían reflexionar qué les pasa a ellos mismos con sus tiempos ajenos al trabajo.Síntomas de agotamiento Los niños de hoy, al igual que los adultos, están padeciendo trastornos de ansiedad. Se ven envueltos en una vorágine social, en una carrera hacia no se sabe donde. Los chicos han perdido la capacidad de registrar las alertas corporales, conductuales y emocionales que indican la necesidad de parar. Al perder el registro, no pueden bajar a tiempo del “rally”, para evitar que la propia máquina (cuerpo-alma) colapse.

Así, se ve a niños agotados y agobiados, que presentan estos síntomas físicos: * Miedos nuevos o recurrentes (miedo a la oscuridad, a estar solos, a los extraños, etc.) * Preocupaciones. * Aferrarse al adulto y sentirse incapaz de perderlo de vista. * Enojo. * Regresión a comportamientos típicos de etapas anteriores del desarrollo. * Llanto y lloriqueo. * Incapacidad para controlar sus emociones. * Comportamiento agresivo. * Caprichos. * Oposición para participar en actividades familiares o escolares. * Molestias estomacales o dolor estomacal vago. * Pesadillas y problemas para dormir. * Dolor de cabeza. * Enuresis (mojar la cama). * Disminución del apetito o cambio de hábitos alimentarios.
Cómo podemos ayudar los padres

Podemos poner en marcha algunas estrategias para ir recuperando la paz y la capacidad de conectarnos con nuestros hijos, por ejemplo: * Entender que los niños necesitan estar en pijamas, jugar y relajarse. * Brindarles un clima familiar tranquilo. * Seleccionar los programas de televisión que se verán y quedarse con ellos mientras miran TV. * Escucharlos, ser cariñosos y decirles lo mucho que los queremos. * Pasar ratos tranquilos y relajados con ellos. * Darles la posibilidad de elegir y de tener algún control sobre su vida. * Anticipar los cambios (horarios, trabajos, rutinas). * Compartir contacto con la naturaleza, ya que es muy relajante. * Dedicarles tiempo ahora: los niños no entienden el futuro como nosotros.
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