Cómo no hacer diferencia con los hijos
- Macarena Casse de Debroy
- 14 sept 2015
- 5 Min. de lectura

Entre otras tantas variables, el lugar que una persona ocupa en el orden familiar define su modo de ser y también de vincularse con el mundo. Ser hijo/a mayor, del medio o menor no es lo mismo, y hasta es posible reconocer qué rol tiene una persona en su familia por ciertas características de su personalidad.
"Si bien es cierto que cada sujeto es un individuo que tiene rasgos propios según su singularidad, existen determinados patrones que se repiten según el orden de nacimiento y lugar que se ocupa en la familia", señala la licenciada Rosina Duarte.
La aclaración ante la singularidad de cada sujeto y de cada familia se repite en las respuestas de todos los entrevistados. La licenciada Marisa Russomando, directora de Espacio La Cigüeña, una vez hecha esa salvedad propone una serie de características de los chicos de acuerdo con el orden de llegada a la familia.
"Podemos hacer generalizaciones y decir que el hijo mayor tiende a ser más ordenado, responsable y a responder a lo que la familia espera de él. Los menores, por su parte, tienden a romper muchas de las estructuras que para el hijo mayor se sostuvieron firmemente", explica la psicóloga.
La licenciada María Graciela Frascino, coordinadora del equipo de Profundización de Terapia Familiar de Isdeba, dice que "los modelos de aprendizaje del primogénito se definieron en torno a las enseñanzas de sus padres, cargados por las expectativas e inseguridades propias del acceso a la paternidad. Por lo tanto, ser el hijo mayor otorga privilegios y cargas. Los mayores luchan por conservar ese lugar frente a los hermanos que los siguen y son muy hábiles en detectar sus debilidades para sostener su poder sobre ellos", define la psicóloga. Y agrega que, sin embargo, la llegada de sus hermanos alivia esta carga, porque aprenden de los más chicos a rebelarse, desobedecer y comienzan a hacer alianzas para oponerse a los adultos.
En tanto, los aprendizajes del hermano que nació en segundo lugar "siguen a su hermano mayor, no a los adultos, por lo que parecen más rápidos, más inteligentes, porque sus imitaciones son de un modelo más accesible para ellos", explica la licenciada Frascino.
"Si son tres hermanos, el menor suele ser el ‘peluche’ de la casa, quizá porque los padres se dedican a disfrutarlo y punto, o porque sencillamente ya tiraron la toalla, están más grandes y no tienen ganas de lidiar cotidianamente, no con el tiempo exclusivo que tuvieron para el hijo único mientras lo fue", dice la licenciada Lila Isacovich. "Por supuesto que los diferentes tiempos de llegada marcan diferencias entre los hermanos porque nunca encuentran los mismos padres: las apariencias engañan", asevera. Por eso, la relación con cada hijo será distinta de acuerdo también con el momento en que se encuentren su papá y su mamá.
"Cuando nacen los hijos del medio, el sistema familiar ya está formado, por lo que su tarea principal será la de crearse su propio lugar desde una perspectiva ya conformada por el hijo mayor. Por esto, su capacidad creativa se ve altamente desarrollada", explica la licenciada Duarte. "Los menores suelen ser muy estimulados por sus hermanos, son muy extrovertidos y su crianza suele ser más relajada. Estos niños reciben mucho afecto, por lo que su autoestima se ve favorecida, tienen más seguridad en sí mismos y, a diferencia de sus hermanos mayores, no suelen vivenciar celos ni rivalidades", añade la psicóloga.

Más allá del lugar que ocupen en el entramado familiar, el rol de los hermanos en la vida de cada uno es muy importante. "La función más importante que cumplen las relaciones entre hermanos es el aprendizaje de la convivencia entre pares, la solidaridad, la resolución de los conflictos, el aprendizaje de diversas modalidades para compartir, para obtener ventajas", enumera la licenciada Frascino. "La actitud de los padres puede favorecer u obstaculizar los vínculos entre hermanos", agrega, y advierte, la especialista.
En equilibrio: saber compartir
Para que los hijos no vivan las diferencias con sus hermanos con frustración, convendría atender algunas de estas recomendaciones, brindadas por la licenciada Paula Arrieta, de Salud Activa.
* En primer lugar, no deberían perder de vista que cada hijo es un ser distinto, único. Esto supone comprender que cada uno puede tener diferentes comportamientos y necesidades, aún en la misma etapa evolutiva.
* Es ideal que puedan lograr hacer cosas juntos, los padres con todos los hijos, y también cada padre con cada hijo, para fortalecer los vínculos y cada relación en particular.
* Prestar atención a la equidad y la posibilidad de darles iguales oportunidades a cada uno de ellos, sin pasar por alto sus gustos, talentos, virtudes y defectos.
* La comunicación es, siempre, la mejor herramienta.
Hijo único…¿bueno o malo?
Porque se prioriza la profesión, porque se posterga la maternidad, porque la plata no alcanza... Por varios motivos, cada vez más personas deciden tener un solo hijo. ¿Es lo ideal? ¿O es mejor que los chicos tengan hermanos? Siempre ha existido el mito de que los hijos únicos son extremadamente protegidos, egoístas, y malcriados. “Hoy sabemos que esto no tan así, su desarrollo depende del vínculo y la educación que le den sus padres. El hijo único puede tener un desarrollo tan sano como el de uno con hermanos”, señala Adriana López, psicóloga especialista en vincularidad temprana “El hecho de ser hijo único no es un elemento que define por sí solo el futuro de un niño”, coincide Carolina Micha, psicóloga “Su evolución, como la de cualquier otro, depende de la educación que le den sus padres. El hijo único puede tener un desarrollo tan sano como el de un hijo con hermanos”, agrega.

“Esto es mío, y esto es mío...” Los hijos únicos (en comparación con los que tienen hermanos) comparten algunas características: * Gozan de mayor atención por parte de los padres. Pueden recibir más oportunidades y facilidades. * Al no tener que disputar con otros el espacio, ni la atención de sus padres, pueden tener dificultades para aprender a compartir.
* Sufren las exigencias, frustraciones, miedos y errores de sus padres sin poder compartirlos con otros hermanos.
* Puede suceder que se aburran un poco más de lo habitual.
“Pero ninguna de estas situaciones se produce inevitablemente. Solo son tendencias que suelen aparecer, pero dependerá de cómo los padres se aboquen a la crianza de los niños”, nos tranquiliza Adriana López.
Consejos para quienes tienen un solo hijo * Fomentar la autoestima y la autoimagen positiva del niño sin caer en exageraciones poco realistas. Valorar los logros sin elogiarlo por demás. * Estar atentos a medida que el niño crece, para que vaya comprendiendo que no es el centro del universo. Es él quien debe ir adaptándose a dicho universo y no a la inversa. Para eso, la clave es poner límites con cariño. * A veces el hijo único puede presentar cierto grado de inmadurez emocional y preferir la compañía de adultos, o niños mayores o menores que él. Ante esto es conveniente estimularlo a jugar con otros niños y no con nosotros. * Buscar actividades lúdicas y deportivas para que pueda interactuar y compartir experiencias con otros niños de la misma edad.
* Permitir que el niño invite a sus amigos a la casa al igual que él pueda ir a casas ajenas.
* Intentar fomentar la individualidad: el niño debe realizar actividades en forma independiente de sus padres. Aceptar que elija a partir de sus deseos e inclinaciones. * Evitar ser demasiado protectores o posesivos con el niño. * Tolerar sus defectos y fallos.
En síntesis... “No es necesario darle un hermanito al niño. Al momento de tomar la decisión, es mejor que los padres consideren cuánto están deseando un segundo hijo y cuánta disponibilidad emocional, de tiempo y económica tienen para enfrentar un nuevo nacimiento”, concluye López.

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