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Uno de nosotros es un fanático del control y del perfeccionismo...

  • Foto del escritor: Macarena Casse de Debroy
    Macarena Casse de Debroy
  • 29 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

Uno de nosotros es un fanático del control y del perfeccionismo. Ambos sabemos que eso es malo para nuestro matrimonio. ¿Qué sugieren que hagamos?

Una persona frecuentemente controladora les hace la vida miserable a los demás cuando no está en el asiento del conductor. En una relación familiar el control puede tomar muchas formas diferentes. Talvez se ejerza a través de la persuasión, la manipulación, la proyección de la culpa, la manifestación de vergüenza, o el retraimiento. Algunas personas crecieron en hogares donde el control era la manera habitual de manejar las cosas. Talvez hayan tenido un padre que los controlaba mediante su desaprobación, una madre que los controlaba mediante la culpa, un hermano mayor que los hostigaba hasta que se rendían, o una hermana que los controlaba con su lengua afilada. Un abuelo pudo haber logrado lo que quería mediante la crítica. Talvez una tía los avergonzaba o un tío les mostraba desprecio.

En las relaciones familiares, el control aplasta el espíritu humano y sofoca los lazos de cariño. Es probable que conozcan ese dolor en forma directa ¿pero son ustedes también de alguna manera controladores? ¿Hay algún miembro de su familia que esté sufriendo porque ustedes no tienen la menor consideración con ellos? Si es así, es momento de descubrir de donde proviene está necesidad de control y tratar de superarla.

Lean lo que dijo Santiago.

Testimonio del frente de batalla

“Una de las diferencias que mi esposa y yo teníamos cuando nos casamos era que nos enredábamos en la discusión más grande por las cosas más simples, tales como enrollar el tubo de la pasta dental. Yo crecí en una familia donde enrollábamos el tubo de la pasta dental para que saliera todo, hasta el final. Ella creció en una familia donde la apretaban. Yo me enojaba cada vez que veía el tubo aplastado, ella, cuando lo veía enrollado. Pero aprendimos que el resultado final era el más importante. Descubrimos que el tuno siempre estaba vacío antes de tirarse, así que decidimos que no era necesario discutir sobre cómo vaciarlo, solamente asegurarnos de que estuviera vacío. Aprendimos a amarnos el uno al otro y estar seguros de que el tubo dentífrico se hubiera acabado”

Si son personas controladoras, ¿qué pueden hacer? Esfuércense por lograr la excelencia pero no la perfección. Excelencia significa hacer las cosas lo mejor posible.

La perfección no deja espacio para el error, la perfección dice “Hazlo bien siempre, o fracasaras”. El perfeccionismo no es bueno, porque hace que pierdan la tolerancia ante los errores e imperfecciones de los demás. Plantea al cónyuge, a los hijos, al pastor, a los vecinos, a los compañeros de trabajo y a los miembros de la iglesia expectativas imposibles de satisfacer.

Consejos de entrenamiento: Cuatro razones por las que ejerces control en las relaciones

1. Temor: Talvez creciste en un hogar donde fuiste controlado a través de las intimidaciones y el miedo. El temor profundamente arraigado y sin resolverá menudo se manifiesta en de diversas maneras, desde los periodos de silencio hasta los sermones asfixiantes.

2. Inseguridad: Talvez busques controlar a otros por que sientes que es la única forma de manejar tu propia inseguridad. Para ti es una amenaza permitir que otros crezcan, vivan la vida, tomen decisiones y expandan sus propios límites, por lo tanto tiendes a dominarlos con la intención de aplastar esa amenaza.

Si eres muy inseguro, es como si tu corazón tuviera una filtración. No importa cuánto amor, atención y aprobación recibas, rápidamente te agotas y necesitas más. La única forma de detener el ciclo es que permitas que Dios te someta a su “cirugía de corazón” divina. Pídele que cure tus heridas y que llene tu profunda necesidad de seguridad.

3. Falta de dominio propio. Quizá controles a tu familia porque no puedes controlarte a ti mismo, especialmente tu enojo; por tanto expresas, o talvez manifiestes tus reclamos a través del malhumor, la incomunicación, la evasión, o la fría indiferencia.

En realidad, tus arrebatos son la respuesta a tus propias heridas, que lastiman a los demás y te hacen vulnerable a recibir más dolor.

4. Baja autoestima. La combinación de temor con profunda inseguridad y agresividad a menudo da como resultado una baja autoestima: de cómo te ves a ti mismo y cómo crees que te ven los demás, incluso Dios. Quizás anheles se comprendido, amado y aceptado en tu hogar. Pero si te percibes como indigno de esas cualidades, tu baja autoestima talvez te provoque a actuar de una manera controladora.

La verdadera autoestima se establece cuando participas en relaciones afectivas que perduran. El origen fundamental de un autoestima sana está en Dios, quien te ama incondicionalmente.


 
 
 

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